sábado, 31 de marzo de 2012

Mi parto

Llevo tiempo pensando en contar cómo fue nuestro parto y nunca parece un buen momento para escribir. Creo que esta entrada me va a costar más de un ratico de escribir, pero ¿qué mejor momento que este?

Sobre las 3 de la madrugada parecía que las 40 semanas y dos días daban por finalizado un embarazo normal, con alguna molestia para la embarazada, pero un embarazo que parecía custodiar un bebé sano y fuerte.

Emocionados, contentos, yo me di una ducha, tranquilamente y esperé a mi chico sentada en la pelota de pilates. Molestaba un poco y había perdido un poco de líquido transparente pero todo fenomenal.

Llamamos a la matrona y nos dijo que nuestra ginecóloga no podría atender el parto, pero que lo haría alguien de su equipo. FUimos al hospital, hacía muuuucho frío, seguro, pero creo que ni nos enteramos. No era miedo, eran ganas, muchas, por tener a nuestro pequeño en brazos, tocarlo, verle la carita.

Llegó la matrona al rato y empezó la tortura. En el primer tacto me rompió aguas del todo, sólo quería que estuviera tumbada, monitorizada, y un tacto detrás de otro, lo que hacía que me doliera más y más y más...hasta el infinito...Me dijo que daría a luz por la tarde y un poco más y me muero. QUe estaba muy verde, que porque había roto aguas, que si no me mandaba a casa...pero ahí estaba. Yo no sé si era nueva en el cargo pero se reía cuando veía que no podía salir del baño venga a vomitar y con diarreas. Gracias a eso no me puso un amenazado enema.
Le  pedía pasear y me dijo que no me dejaba salir así, que me tumbara.
Bajamos alqirófano, mi compañeroconmigo. Ahí me pusieron la epidural y vino la ginecóloga y otra vez empezaron los tactos, cada vez más seguidos. Pero yo ya no notaba las contracciones, pero los tactos me dolían igual. Ya sonó la palabra: CESÁREA. El niño está con la cabeza mal colocada y no pasa por la pelvis. SI no se coloca vamos a tener que hacer CESÁREA. Jamás me lo había imaginado. Yo esperaba un parto normal, fácil, de hecho.Nunca me había planteado que algo podría ir mal. Nunca había querido una cesárea.

AL rato pasamos a la sala de partos. Qué sitio tan frío, en todos los sentidos. A la silla de tortura. Di unos cuantos empujones pero nada. Ni siquiera notaba las contracciones, no sabía cuándo debía empujar. La matrona y otra ginecóloga hincando el codo en mi barriga. Y entonces ya sí, inevitable. Podía haber sufrimiento fetal. ¿cómo negarse? Ahí estaba: CESÁREA.¿es que no sabía empujar?¿lo había hecho mal? Invitaron a mi marido a salir y me quedé y me sentí sola, solísima. Le pedí al anestesista que me acompañara, que me diera la mano. Y ahí estaba yo, siendo cortada (podía imaginar lo que hacían porque, aunque no sentía dolor, notaba lo que hacían), agarrada a un desconocido, escuchando la charla trivial de las ginecólogas. Y un llanto, cada vez más lejos. Un llanto que jamás olvidaré y pregunté: ¿ése que se oye es mi hijo? - Sí. - ¡¡¡Bien!!!Estaba bien, sabía, podía llorar. Y ahí empecé a llorar yo. Me lo acercó la matrona, ya vestido: venga, dale un besito. Llegaba llorando y cuando le dije: hola, dejó de llorar, abrió los ojos, me miró. Menos mal que tuvimos ese momento mágico de: ¡eh! ¡mamá!¡estás ahí!
La matrona se lo llevó, podía coger frío...YO lo quería conmigo, pero no sabía cómo hacer. Le pregunté si lo podía ver otra vez. Me miró como si fuera una alienígena. Venga otro besito y me lo llevo. Empecé a llorar. ¿por qué lloras? (otra vez esa cara)

Acabaron de hacer patchwork conmigo y me subieron a la habitación...sin mi bebé. Pasaron 2 horas. Yo tenía fiebre. Tenía muuuuuuuuuuuucho frío. Aquí sí sentía el frío. Y llegó. Y se restauró el equilibrio. Llegaron dos enfermeras y echaron a la gente de la habitación para enseñarme cómo ponérmelo al pecho. Cómo lloraba. Movía la cabeza de un lado a otro, buscando pero sin atinar. Y cada vez se ponía más nervioso. Y al final se enganchó.Y volvió el equilibrio.

LA DESINFORMACIÓN SOBRE LA LACTANCIA: yo no sabía si hacíabienporque no me dolía dar de mamar, pero sí notaba alguna molestia. Y no quería grietas. Le pregunté al pediatra de turno que pasaba por allí si estaba bien colocado. Creo que lo descoloqué. No debían hacerle mucho esta pregunta. Me dijo que perfecto. Le pregunté a la matrona. Me dijo que el niño me estaba usando de chupete y que de eso nada. Antes de que nos dieran el alta se acercó el señor pediatra con un regalo: una bolsa con muestras de leche artificial (prohibido por ley). Para que le diera una ayuda. Menos mal que había leído a Carlos González!

Durante dos semanas, más o menos, tuve pesadillas con la cesárea. Tenía episodios de una emoción parecido a la tristeza, a pesar de que me sentía muy muy feliz.

Sé que mi niño está bien. Varias personas me decían eso. Otras, que no querían parir, que preferían la cesárea. Sólo espero que, la próxima vez, no sea cesárea, que sea lo más natural posible. No sé si se hizo bien o mal, la verdad.No sé si era una cesárea innecesaria. Sé que se le resta importancia, no se le concede el drama que supone para muchas mujeres y que gracias a internet he podido conocer más tarde. De vez en cuando toco la cicatriz o mi pequeño se apoya y veo las estrellas. Y me acuerdo que ésa fue su ventana al mundo y que está conmigo sano y feliz.

2 comentarios:

Dácil Muñoz dijo...

Mi pobre cuñada lleva tres cesáreas y me cuenta que cada una de ellas ha sido traumática, pero como su cuerpo no es capaz de producir contracciones no le queda más remedio que hacerlo de ese modo. A pesar del desagradable paso por el quirófano, también dice que le compensa por sus tres preciosos hijos y si pudiera volver a hacerlo lo haría, pero los médicos le han dicho que no es aconsejable otra cesárea por mucho que quiera un cuarto hijo. Tampoco puede darles de mamar porque es autónoma y se pasa muchísimo tiempo encerrada en una oficina, aunque intenta librar dos tardes a la semana para pasarla con sus niños. Es el padre el que se ocupa casi todo el tiempo de los peques. Así de duro se lo ha puesto la vida con su maternidad, pero aun así dice que todo le compensa porque puede disfrutar de los niños.

Ánimo, yo también espero que el próximo parto sea natural, pero que el miedo no te haga perder la oportunidad de darle un hermano a tu chiquitín. Aunque, por supuesto, la decisión final siempre es personal y nada de lo que los demás podamos decirte debe ser un factor de presión. Uf, espero haberme explicado porque al final me he liado un poco. Lo que quería decir es que lo importante es que seas feliz.

Laura dijo...

¡Cuánto me ha gustado tu comentario! Tienes toda la razón del mundo, compensa y volvería a pasar mil veces. Y miedo, la verdad que no, porque sé que el siguiente será diferente, :-)

Muchos besicos mami desesperada!